Finaliza una de las primaveras más atípicas que hemos conocido, al menos aquí, en Navarra, con temperaturas muy bajas y mucha agua. Esto ha permitido ver muchas especies de paso, pero está siendo malo para las nidificantes.
Ciertamente han sido numerosas las especies que han hecho escala en la depuradora. Destacar las agujas colipintas, correlimos gordo, los chorlitejos grandes por la gran cantidad de ellos que ha habido, los chorlitos grises o los correlimos tridáctilos, que también fueron numerosos (hasta 20 ejemplares juntos conté un día)
Los andarrios bastardos han estado mucho tiempo presentes. Creo que el máximo que vi juntos fueron 6 ejemplares. |
También han recalado garceta común y bueyera, fumarel común, correlimos común, archibebes común y claro, combatiente...
Una de las estrellas han sido los correlimos gordos, que aparecieron ya vistiendo su plumaje de gala. Todo un lujo |
Archibe claro. Hubo algunos, pero no destacaron con respectos a otros años |
Los chorlitejos grandes fueron ciertamente numerosos y estuvieron mucho tiempo. Al final empezaron a aparecer comportamiento de celo y hubo bastantes trifulcas |
En esas trifulcas a veces salía perdiendo su hermano pequeño, el chorlitejo chico, asentado en el lugar y más dedicado a la tarea de la reproducción |
Merece la pena destacar las lavanderas boyeras. No es que haya habido un número espectacular pero sí muy variado. Además de las habituales iberiae y flava estuvieron bien representadas las flavissimas (no menos de 8); la thunbergii (al menos 4); y el sorpresón de la superciliaris.
El año que más thunbergii he visto, mínimo 4, pero probablemente 6 |
La rareza del paso: la superciliaris, a la que ya le dediqué una entrada anterior |
Respecto a las reproductoras, este año no han criado ni la polla de agua, ni la focha. Los azulones han estado poco sincronizados y ha habido polladas nuevas durante mes y medio.
Esto sumado a que la presencia de patiamarillas es cada vez mayor pues daba origen a momentos de tensión. La pacífica convivencia con las gaviotas desaparece cuando hay pollos de por medio. Lo cierto es que en cuanto una patiamarilla está en vuelo de "a ver qué hay para comer..." la tensión es palpable e incluso los machos de azulón suelen levantar el vuelo a su paso.
En esta ocasión una gaviota lanza el ataque y los pollos alrededor de la madre se sumerjen ante la cercanía de la gaviota.
Enseguida la otra patiamarilla se une al ataque. Parece que en defensa de la prole viene papá, pero enseguida recula y deja a la familia sola ante el peligro
No así la madre que encara cada acoso de las gaviotas.
Los atemorizados pollitos se sumergían ante cada pasada. En la última foto se puede apreciar (por las salpicaduras) como la gaviota había conseguido dispersarlos, pero finalmente su ataque no tuvo recompensa.
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