miércoles, 18 de julio de 2012

Cambrils

He pasado unos días de desconexión, vida familiar y necesitado descanso en Cambrils. Pajareo poco, salvo una mañana que marché al Delta del Ebro con los omnipresentes Ricardo Rodríguez y Miguel Grandes.

De las aves presentes en el mismo Cambrils destacaron tres con nombre propio:

La primera es la gaviota de Audouin. Aquí es la gaviota por excelencia. Es un gusto ver a esta preciosa gaviota en cualquier lugar. Pero donde mejor se puede disfrutar de ella es en el puerto. Estuve una tarde con la familia viendo la llegada de los pescadores y aproveché para tirarles unas fotos.



Las gaviotas siguen a los barcos en su entrada al puerto y aprovechan el descarte del pescado para alimentarse


Es impresionante las posturas que adoptan para coger los peces del agua...

... y la facilidad con la que los engullen por grandes que sean.


Muchas de las gaviotas están anilladas y me llevé una sorpresa viendo que en poco rato había pillado tres veces a la misma gaviota, la AX3J.



La primera vez se iba con un pequeño pez...

... minuto y medio más tarde sale del agua con otra captura...



... y cuatro minutos más tarde engullía un hermoso ejemplar.

¿cuántos peces puede coger cada gaviota? probablemente tenga prole que alimentar pero en el maremagnum de gaviotas que allí había haber pillado la misma tres veces en tan breve período de tiempo me llamó mucho la atención.


La segunda especie con nombre propio es la cotorra argentina. Una especie más venida de la mano del hombre y que se está expandiendo de forma impresionante. Hay decenas de ellas y ciertamente resulta muy exótico ver a este ruidoso loro volando en grupo en estos lares.

Están en grupos y son bulliciosas así que no pasan desapercibidas. La gente de fuera las mira con simpatía



pero probablemente a los vecinos que duerman cerca de sus nidos o los payeses que frecuenten sus huertos su opinión diste mucho de la simpatía.


Aquí la vemos cortando una rama seca con su poderoso pico. La aportará a un nido comunitario hecho probablemente en lo alto de una palmera



Y la tercera especie a destacar y que fue la que más ilusión me hizo fue el chotacabras pardo (o cuellirojo para lo menos viejos). Se echaba la noche en el camping y comenzó un klu-a, klu-a, klu-a... ¡anda, si suena a chotacabras pardo! Fue el sonido que nos acompañó todos los anocheceres. Lo vi en varias ocasiones volando, pero un día el chota se portó. Había salido con el hijo a ver si lo veíamos y tuvo la delicadeza de mostrarse bastante bien, dando pasadas cuando aún había algo de luz y luego posándose en el suelo y permitiendo acercamientos a 3-4 metros. También lo vimos posado en un árbol seco.
No le saqué fotos, pero fue todo un gustazo.